Este año soy tutor de un grupo, ser tutor es algo que me
gusta porque me da la oportunidad de estar más en contacto con
mis alumnos/as y mantener una relación un poco más estrecha que
la que se deriva de solo impartir clase unas horas a la semana.
Además, yo soy de la opinión de que siempre hay que trabajar en
la ESO porque si no lo haces pierdes las habilidades necesarias
para poder desenvolverte en esos niveles donde el alumnado tiene
una problemática muy diferente a los niveles de Bachillerato.
Muchas veces he dicho que en secundaria lo difícil no es preparar
la materia es saber impartir esa materia.
Como en todos los grupos de alumnos, siempre hay uno o dos que
presentan problemas de comportamiento, eso es algo que hay que
tomar como algo cotidiano e inherente a un grupo de alumnos/as, y
nosotros, los profesionales de la educación tenemos que tener
herramientas, habilidades para poder sortear las dificultades que
nos plantean esos/as alumnos/as, yo personalmente lo tomo como un
reto, como un acicate para mejorar.
Personalmente creo que el principal problema es que podemos
convertir fácilmente a esos/as alumnos/as problemáticos en
lideres del grupo y que ese es el principal problema que tenemos
que evitar.
Reflexionando sobre ese aspecto, habría que empezar por definir
el papel de líder de un grupo, un líder es alguien que destaca en
algo:
- En nuestro caso no puede ser en resultados académicos porque
este alumnado se distingue por tener unos resultados lamentables,
-Podría ser que marcasen un estilo de vida o de comportamiento,
tampoco este es el caso porque salvo contadas excepciones, el
resto del grupo, generalmente no copia los hábitos del alumnado
problemático
La conclusión a la que he llegado es que no es que los demás
admiren a dicho alumnado, es que esos/as alumnos/as tienen
conciencia de tener un poder que los demás no tienen, y ese poder
es el ser capaces de interrumpir una sesión, en otras palabras,
son conscientes que pueden parar el trabajo del/a profesor/a
cuando se lo propongan, y esto les da un poder frente a los demás
miembros del grupo.
Si nos paramos a pensar un poco sobre la situación nos daremos
cuenta de varias cosas:
-Les dedicamos más atención que a los demás porque siempre
estamos pendientes de sus “actividades” en el aula
-Los reprendemos públicamente varias veces cada sesión y en
algunos casos empleamos mucho tiempo en esa reprimenda pública
-En algunas ocasiones, nos generan tal problema, tal inquietud
que dejamos de hacer nuestro trabajo para intentar castigar su
actitud
Y este es el principal error, hacemos de un alumnado que en
situaciones normales nunca podría aspirar a ser el centro del
grupo, puedan llegar a ser los líderes de ese grupo, las personas
que tienen la increíble capacidad de detener una sesión en el
aula.
Partiendo de todo lo anterior, está claro cual debe ser nuestra
actitud frente a ese desafío, aprovecho para señalar que no estoy
diciendo que ante una actitud negativa se opte por la
indeferéncia por dar la sensación que que no nos enteramos de esa
actitud, lo que estoy diciendo es que hay que ser comedido en la
acción correctiva de esa actitud.
Personalmente cuando tengo que reprender a alguien, empiezo por
decirle en medio de una explicación algo tan corto y simple como:
“ Al final de la hora tenemos que hablar” y seguimos el trabajo
como si nada hubiese pasado, hay que tener cuidado en no caer en
las provocaciones.
Otra situación es cuando ante una actitud reiterada, sin levantar
la voz y sin interrumpir el ritmo del aula, le digo:”Hoy al
recreo te quedas en el aula”
Lo que nunca puede ocurrir es que se emplee mucho tiempo en
reprender una actitud negativa porque en ese caso el/la alumno/a
ha conseguido su objetivo, ha detenido el trabajo.
Como ya señalé en otro artículo, la mejor manera de trabajar con
este alumnado, es trabajar en grupo porque cuando se trabaja de
forma grupal, ese tipo de alumnado queda diluido en los varios
grupos en los que se divide el grupo del aula